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jueves, 26 de mayo de 2011

Lima, la ciudad de los tísicos

Liz y Jonhatan son dos de los 32 mil peruanos que sufren de tuberculosis, enfermedad que durante la última década ha crecido silenciosa e inquietantemente en las principales urbes del país, como resultado del hacinamiento y pobreza, y de la indiferencia y desinformación por parte del Estado y la sociedad. Solo en Lima y Callao se concentra el 60% de enfermos de TBC a nivel nacional.

El bacilo de Koch se propaga fácilmente en las insalubres y endebles viviendas de distritos como Lima Cercado, San Juan de Lurigancho, San Martín de Porres, Comas, Villa El Salvador, donde familias numerosas comparten espacacios reducidos, como lo explica el doctor Oswaldo Jave, uno de los responsables de la lucha contra la tuberculosis que ha emprendido el Ministerio de Salud con miras al 2018.

¿Cuál es la respuesta del gobierno? La Municipalidad de Lima y el Ministerio de Salud iniciaron, el pasado 24 de marzo, la campaña de sensibilización Respira Vida, para afrontar el problema desde sus distintos aspectos, en coordinación con las carteras de Economía, Vivienda, Educación, Producción y de la Mujer y el Desarrollo Social. Personajes públicos como el chef Gastón Acurio respaldaron la iniciativa.

A pesar del compromiso, las competencias de la comuna y la transferencia de mando son obstáculos para afrontar las metas que busca la campaña Respira Vida.

Como es común, la burocracia y desorganización juega en contra de los propios ciudadanos. "Si se quiere implementar políticas públicas, una de las tantas trabas a superar es la demora de la transferencia de mando", explicó el regidor Omar Zevallos, vicepresidente de la Comisión de Salud y Medio Ambiente del municipio de Lima.

Para un paciente, sufrir de TBC es más que una cuestión de origen médico, sanitario o económico. No son solo una muestra de la estadística de esa contradicción entre el desarrollo y el crecimiento económico que advirtió la Defensoría del Pueblo en un reciente informe. Cada paciente es un rostro humano que se enfrenta contra el estigma de la comunidad y la discriminación en su entorno, incluso por parte de los mismos trabajadores de salud.

Tanto como la desinformación al respecto, la mala nutrición es otro gran causal. Por eso, los especialistas insisten en que hablamos de una enfermedad social, de múltiples aristas. Quienes viven el drama desde adentro saben que es así, que hay mucho por hacer.

Mientras jóvenes como Liz y Jonhatan, almas nobles como la de, persistan en ir contra la corriente, podemos tener fe en que las cosas estarán un tanto mejor. Si más líderes de opinión y autoridades se compromentieran conscientemente, pronto el Perú deajaría de ser el país con más alto índice de tuberculosis en la región, y Lima la ciudad de los tísicos.

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